Cómo podría Israel utilizar la guerra de Gaza para lograr la paz con Arabia Saudíta y los palestinos
Parte 2 - La explicación
En este artículo, intento explicar algunos de los razonamientos que subyacen a los puntos propuestos en mi primer artículo. Aunque he encontrado algunas de estas ideas en lecturas y debates con otras personas, no las he visto reunidas como una propuesta coherente sobre cómo Israel podría convertir la invasión del 7 de octubre en un medio para ampliar y reforzar los Acuerdos de Abraham.
Algunas de las ideas presentadas aquí no serán aceptables por el público israelí en general, indignado por la brutalidad de las atrocidades y el apoyo visible que recibieron entre gran parte de la población palestina.
Sin ignorar esa indignación, sugiero cómo podría avanzar el gobierno israelí y eliminar algunas de las condiciones recurrentes que permiten propagar y perpetuar ese odio entre los palestinos.
El tema del día después de la guerra en Gaza sigue siendo muy discutido y debatido, tanto a nivel internacional como dentro de Israel.
La controversia sobre la reciente conferencia celebrada en Jerusalén, "Los asentamientos traen seguridad y victoria", en la que se pedía la creación de asentamientos judíos en Gaza después de la guerra, indica lo complicado que es el tema incluso dentro de Israel. A la conferencia asistieron varios ministros y miembros de la coalición de la Knesset.
A pesar de las diferencias de opinión con naciones occidentales como Estados Unidos, Israel sigue teniendo buenas opciones sobre cómo proceder después de la guerra. Sin embargo, primero Israel tiene que terminar la guerra; y hacerlo de tal manera que sea capaz de planificar activamente "el día después" en Gaza, sin la organización terrorista Hamás al mando.
Sin embargo, dada la complejidad de la guerra urbana en Gaza, debido a que Hamás ha incrustado y enredado su infraestructura terrorista en la infraestructura civil de Gaza, la planificación debe comenzar antes, con la adopción de varias medidas concretas antes incluso de que termine la guerra.
Hamás ha diseñado su estrategia en torno a que los civiles de Gaza sufran de forma desproporcionada cualquier incursión israelí, utilizándolos como escudos humanos y aprovechando las víctimas civiles para provocar la indignación hacia Israel. La pregunta es: ¿Cómo puede Israel mitigar las bajas civiles sin desplazar a la población civil y sin obstaculizar la libertad operativa de las FDI para luchar contra Hamás?
En mi propuesta política, argumenté que Israel debe hacer dos cosas que no vi en ninguna otra propuesta. En primer lugar, Israel debe demostrar la inexactitud de la acusación de genocidio ocupándose activamente de las necesidades de los civiles de Gaza, creando una zona humanitaria segura hasta que pueda comenzar la reconstrucción. Por eso sugerí que Israel construyera dos ciudades de tiendas de campaña, una en el norte de la Franja de Gaza y otra en el Negev, al otro lado de la frontera con el sur de la Franja de Gaza.
Los suministros y la financiación para este amplio desembolso podrían proceder de naciones árabes con relaciones normalizadas con Israel, así como de aquellas que han expresado su interés en mantener lazos con Israel, como Arabia Saudí, y de naciones occidentales que han apoyado a Israel.
Pero parte de la razón para hacer esto no es sólo demostrar un sentimiento humanitario. En conversaciones privadas con soldados israelíes que operan en Gaza, he escuchado repetidamente el mismo testimonio, que casi todos los edificios de Gaza tienen un escondite de armas o un túnel. Hamás ha incrustado tan profundamente su infraestructura terrorista en Gaza, que podemos suponer que la única manera de destruir esa infraestructura será arrasar al menos el 80% de Gaza.
Es una idea aterradora. Sin embargo, si Israel demuestra su voluntad de mantener a los residentes de Gaza a salvo "en su lugar", alojándolos y proveyéndolos en ciudades de tiendas de campaña adyacentes a las comunidades que evacuaron, demostrará que persigue el objetivo justo de eliminar a Hamás, sin intentar expulsar a los palestinos de su territorio.
Supongo que Jordania, a pesar de sus tensas relaciones con Israel en los últimos años, podría compartir su experiencia, tras el establecimiento de ciudades de tiendas de campaña para gestionar la afluencia masiva de refugiados que huyen de ISIS desde Irak y Siria.
Esas mismas conversaciones me han llevado a creer que Israel tendrá dificultades para eliminar a los líderes de Hamás en Gaza. Creo que Israel debería intentar volver a los miembros de Hamás unos contra otros ofreciendo una mayor recompensa por las cabezas de líderes como Yahya Sinwar y Mohammed Deif.
Aunque este tipo de políticas han tenido una eficacia limitada contra ciertos grupos ideológicamente motivados, ofrecer una garantía de inmunidad por actividades terroristas pasadas, además de una recompensa monetaria sustancial por información que conduzca a su captura, puede convencer a un oficial de Hamás de bajo nivel para que se vuelva contra esos líderes, especialmente a medida que se intensifique la actividad de las FDI en el sur de la Franja de Gaza.
Una idea relacionada es que a los dirigentes adjuntos de Hamás o de la Yihad Islámica Palestina se les podría ofrecer el exilio voluntario, con inmunidad judicial, a un país dispuesto a recibirlos, como Argelia o Túnez, siempre que también renuncien a la "lucha palestina". La vuelta a cualquier tipo de actividad terrorista anularía la inmunidad y, en consecuencia, los convertiría en objetivos inmediatos de las fuerzas de seguridad israelíes.
La pregunta sigue en el aire: ¿Quién gobernará Gaza después de la guerra?
Recientemente, funcionarios israelíes se han opuesto enérgicamente a la propuesta de la administración del presidente estadounidense Joe Biden de que la Autoridad Palestina asuma el gobierno de la Franja de Gaza una vez finalizada la guerra.
Biden publicó un artículo de opinión en el Washington Post el 18 de noviembre, en el que escribió: "Una solución de dos Estados es la única manera de garantizar la seguridad a largo plazo tanto del pueblo israelí como del palestino".
El presidente estadounidense también escribió: "Gaza y Cisjordania deben reunificarse bajo una única estructura de gobierno, en última instancia bajo una Autoridad Palestina revitalizada".
Esta opinión es coherente con la política de Biden y de la primera administración Obama, que sigue considerando a la Autoridad Palestina (AP) como un órgano de gobierno legítimo en los Territorios Palestinos.
Sin embargo, ignora años de abierto odio hacia la AP por parte de muchos de los palestinos y perpetúa los errores de anteriores administraciones estadounidenses al apoyar un liderazgo corrupto e ineficaz en las regiones árabes.
Israel ha rechazado ampliamente la idea de incluir a la AP en el futuro gobierno de Gaza. Al día siguiente de la publicación del artículo de opinión de Biden, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, respondió que la idea era inaceptable.
En una rueda de prensa, Netanyahu dijo: "Es imposible poner en Gaza una autoridad que apoya el terror, instiga el terror y paga a terroristas".
Durante otra rueda de prensa el 2 de diciembre, el primer ministro reiteró su negativa a aceptar el gobierno de la AP en Gaza.
Uno de los principales puntos de fricción para los israelíes es la política de la AP de pagar a los terroristas y sus familias por el asesinato de ciudadanos israelíes. Esta política suele denominarse "pago por asesinato".
Como resultado de esa política, y de la Ley Taylor Force de 2018, aprobada por el Congreso de Estados Unidos, el ex presidente estadounidense Donald Trump redujo significativamente la financiación estadounidense a la AP a través del programa USAID y también dejó de financiar a la UNRWA, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo.
El gobierno de Biden no ha aplicado la Ley Taylor Force, a pesar de ser una ley estadounidense. También reanudó la financiación de la UNRWA, con resultados desastrosos, como se ha revelado recientemente.
Uno de los enemigos políticos de Netanyahu, el líder de la oposición Yair Lapid, ha empezado incluso a cambiar su postura de aceptar la AP a exigir que primero se reforme.
A principios de diciembre, Lapid estuvo de acuerdo en que la AP debería "formar parte de la gestión civil de Gaza", pero afirmó que la organización "necesita pasar por un proceso de desradicalización", y reafirmó esta valoración en su propuesta política.
Incluso la administración de Biden parece reconocer los problemas de la AP. El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kirby, declaró a ABC News: "Cualquiera que sea la forma de gobierno en Gaza, tiene que responder a las aspiraciones del pueblo palestino y ahora mismo la Autoridad Palestina no tiene esa credibilidad".
La falta de credibilidad de la AP no es nada nuevo. Una encuesta realizada por el Centro Palestino de Investigación de Políticas y Encuestas (PSR, por sus siglas en inglés) en Cisjordania y la Franja de Gaza entre el 7 y el 9 de septiembre de 2023 reveló que el 78% de los palestinos de los Territorios Palestinos cree que el presidente de la AP, Mahmoud Abbas, debería renunciar.
Estoy de acuerdo en que la AP, en su forma actual, no es una opción fiable para gobernar Palestina.
A pesar de los recientes movimientos en el mundo árabe para iniciar reformas dentro de la AP, no es probable que los cambios necesarios en la organización, notoriamente corrupta, puedan producirse a tiempo para asumir el gobierno en Gaza.
Por este motivo, he adoptado la postura de que Israel trate a Gaza de forma independiente tras la guerra y que los socios para la paz árabes, liderados por los EAU y Arabia Saudíta, utilicen Gaza como lugar de prueba para la capacidad de crear un gobierno palestino desradicalizado, siguiendo el modelo de federación de los Emiratos Árabes Unidos.
De este modo, Israel no sólo puede ayudar a garantizar una situación estable y próspera en Gaza, que no dependa de las limosnas de las naciones occidentales, de las donaciones de partidarios de Hamás como Qatar y Turquía, o de organizaciones benéficas islámicas a menudo ilegítimas.
Al mismo tiempo, esta propuesta fomenta la implicación e incluso el apoyo de naciones musulmanas como Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Marruecos, Jordania y Egipto. Los convierte en socios para poner fin tanto al gobierno opresor y corrupto de Hamás como al comienzo de un sistema palestino de autogobierno. Un gobierno basado no en el odio a Israel y a los judíos y en el sueño de su expulsión, sino en la aceptación de la realidad de la convivencia de ambos pueblos.
Incluyo a Arabia Saudíta de forma destacada en esta lista porque el gobierno saudí ha manifestado cada vez más su deseo de normalización con Israel al tiempo que insiste en que dicha normalización incluya un camino hacia la creación de un Estado palestino. En cierto sentido, el proyecto de reconstruir Gaza y crear allí una sociedad desradicalizada, similar a la de los EAU y Arabia Saudíta, proporciona la situación ideal en la que los dos países, Israel y Arabia Saudíta, cooperan en una amplia gama de avances mutuamente beneficiosos. También supongo que esa labor podría desembocar en proyectos conjuntos de seguridad, originarios de Gaza, pero que permitirían a ambos desarrollar una mayor cooperación en materia de seguridad que les protegiera de la agresión regional iraní.
Sostengo, como han hecho otros, que un pacto de seguridad conjunto israelí-saudí ayudaría a aliviar las preocupaciones de Estados Unidos en la zona y le permitiría centrarse más en otras cuestiones. También proporciona el marco para que Arabia Saudí e Israel gestionen más sus propios intereses de seguridad regional sin la implicación directa de Estados Unidos, en caso de que este país cambie drásticamente su presencia o implicación en la región.
Para quienes sugieren que Israel no aceptaría reconstruir Gaza después de lo ocurrido, sólo quiero señalar que Estados Unidos ayudó a reconstruir a sus dos principales enemigos tras la Segunda Guerra Mundial, Alemania y Japón. Ambas naciones se convirtieron en socios en la difusión de los ideales democráticos después de renunciar a ideologías asesinas e incluso genocidas centradas en sistemas de pensamiento racistas.
J. Micah Hancock es actualmente estudiante de post-grado en la Universidad Hebrea, donde cursa estudios de Historia del pueblo Judío. Anteriormente, se graduó de Estudios Bíblicos y periodismo en Estados Unidos. Se incorporó a All Israel News como reportero en 2022, y actualmente vive cerca de Jerusalén con su esposa y sus hijos.